Ahora debíamos centrarnos en la elección de nuestra gestante…
Ahora llega el momento de escoger a la gestante. Ella va a ser la persona que va a llevar a nuestro/s hijo/s en su vientre y va a cuidarlo durante nueve meses. Era una elección muy importante para nosotros, queríamos que esta persona los cuidara como si fuera yo misma y que nos proporcionara seguridad y sobre todo y muy importante para nosotros que nos hiciera partícipes del proceso, aunque fuera en la distancia, porque nuestra situación económica no nos permitía viajar durante el embarazo, queríamos vivirlo todo, no perdernos detalle.
Después de varias entrevistas con diferentes mujeres, finalmente escogimos a Maribel; una persona entregada, muy dulce, que ya había pasado por este proceso hacía un año y todo había finalizado con éxito. En nuestro caso sólo pusimos una condición, queríamos viajar antes que ella llegara al fin del embarazo porque queríamos asistir al parto y ella aceptó (todo lo que se pacta se redacta en el contrato que se firma con ella). Una vez firmados los contratos legales que se establecen por ley, Maribel inició su tratamiento hormonal para poder implantarle EL EMBRIÓN. Por el momento, escogimos implantar un solo embrión, puesto que al tratarse de fertilización in vitro las posibilidades de éxito son muy elevadas. Finalmente se hizo la transferencia y llegó la primera alegría, estábamos embarazados. Ahora bien, la alegría duró poco, pasadas 12 semanas de embarazo tuvo un aborto natural por motivos desconocidos. El médico creyó que se trataba de una situación fortuita sin más y decidió pasadas las semanas prudenciales y una vez recuperada volver a iniciar un segundo proceso, este tampoco fue bien, no llegó siquiera a estar embarazada, y nuevamente un tercer intento, que tampoco finalizó con éxito. Como digo siempre, llegados a este punto la situación era crítica, habíamos agotado los intentos que se nos permitían con las condiciones firmadas y nuestra situación económica no permitía seguir con todo este proceso, somos trabajadores y el presupuesto que teníamos era muy acotado. En este momento decidimos hablar con el propio doctor que llevaba el caso y también con la agencia para exponer nuestra situación. Nos ayudaron mucho. El doctor bajo su responsabilidad descubrió que el problema de nuestra gestante era que tenía alergia a uno de los medicamentos que se administraban para hormonarla e iba a ser prácticamente imposible llevar a buen puerto un embarazo. Así que nos aconsejaron cambiar de gestante y también buscar una nueva donante puesto que los óvulos que nos quedaban para implantar ya no eran de la misma calidad que inicialmente, una vez han sido congelados pierden cualidades y era aconsejable obtener nuevos embriones.
Con la ayuda de la agencia y el apoyo de familiares y amigos que nos dieron en todo momento soporte económicamente y también anímico (no es fácil) así lo hicimos. La donante fue encontrada rápidamente pero la gestante no llegaba, no encontrábamos a la “chica ideal” que buscábamos, no encontrábamos a alguien con quien surgiera esa conexión especial que deseábamos, casi desesperados no sabíamos que hacer y Jennifer, nuestra coordinadora nos puso en contacto con una persona que ella creía podía encajar en la descripción que habíamos hecho de la madre subrogada que deseábamos. Aquí apareció en nuestras vidas L.A. (utilizaremos sus iniciales para preservar su intimidad), ella sí ha sido nuestro ángel, sin ella nada de esto hubiera sucedido. Bien no quiero adelantarme. Después de entrevistarnos con ella, nos dimos cuenta que ahora sí, ella era la persona que habíamos estado esperando.